
el pregón del jueves lardero, el vino en los cuarteles,
y los romanos ante el Nazareno.
Los grupos en la mananta y la ermita del Terrible,
repleta de turistas que se acercan para formar parte de esta tradición tan artista.
La vieja ya sin patas, y la Semana Santa más cercana;
la agonía de sentir lo que cada año se vuelve a repetir.
Hasta llegar al último domingo desfilan Corporaciones y procesiones memorables,
que dan a nuestro pueblo el sentir más profundo de nuestro patrimonio más esmerado.
Las figuras con su mejor gala, y los palios con su mejor bordao,
los jetones con su mala cara y la Inmaculada con sus buenas marchas).
Y es que nuestro pueblo es uno de los más admirados,
porque al nacer Pontanés llevas inculcado a aprender desde pequeño,
el paso costalero para llevar a tu Cristo el Nazareno.