La crónica de nuestro segundo sábado de Romanos es siempre especial, es sábado de Tentaciones, y nuestras madres se hacen presentes en la cena de esta noche cuaresmal.
La segunda subida al Calvario viene siendo tradición tener una mesa repleta de caras conocidas, son ellas las protagonistas de esta velada, las personas que nos inculcaron este cariño Manantero, y es por ello que se merecen formar parte de nuestra mesa.
LLegando las nueve de la noche se aproximaban al mesón de nuestro cuartel, para dar comienzo al tapeo de una gran noche. Como es ya costumbre, los saludos y abrazos llenaban nuestra entrada, y poco después de las 21.30 el turno de cocina hacía la llamada para el comienzo del tapeo en nuestra mesa.
Los golpes de tambor comenzaban a sonar y el ritmo de cuartelera marcado en la mesa se hacía notar. Varias de nuestras hermanas entonaban cuarteleras y nuestras madres se animaban a cantar coreadas como es ya habitual.
Esta vez, las inclemencias meteorológicas impidieron nuestra subida a Jesús, por lo que una vez intervenido el turno de protocolo se reanudó la segunda parte de la noche.
La cena comenzaba a ser servida y esta vez tomaba la palabra nuestra presidenta.
Era una noche singular y en las palabras de nuestra hermana Macarena así lo reflejaron. Fue en esta segunda noche cuando la pata fue descolgada en honor a todas nuestras madres y merecimiento por el trabajo que también aportan a lo largo del año. Es por tanto, como también tradición que la segunda pata de nuestra Vieja Cuaresmera quedara en casa, y en las próximas semanas vista las paredes plasmada en algún marco.
