Un sábado muy especial nos acontecía. La llegada de nuestras amigas forasteras llegadas desde Sevilla, como cada año, y ya con este son cinco, mostraban su cariño a nuestra Mananta.
Se disponían a formar parte de nuestra tradición, y de tal forma, tan agradecida e involucrada lo hicieron.
Comenzábamos el tapeo, con la bendición de la mesa por parte de nuestra hermana Cristina Martín, quien agradecía el desplazamiento de sus invitadas a nuestra tierra Pontana.
Los cánticos ya conocidos por nuestras invitadas fueron esperados por todas, y estas, acompañaban como cualquiera manantera más.
El vino rodaba rápidamente, y la hora de partida también con este. La marcha ligera con la que partíamos desde nuestro cuartel nos permitió tener el tiempo suficiente para realizarnos nuestra instantánea en la sede canónica de nuestra titular, e incorporarnos tras las bengalas de los Ataos para tomar nuestra querida calle Aguilar.
Fue una vez en la cumbre, donde varias de nuestras hermanas se dirigieron a tomar parte activa de la noche cuaresmal, siendo esta representada en unas fotografías con el gallo de los Ataos.
Nos visitaron amigos y familiares, con los cuales, las conversaciones cofrades no dejaban de distender.
En torno a las 00.00 horas, las hermanas del turno de cocina, en esta ocasión, Nuria Baena y Cristina Martín, se dispusieron a preparar la mesa de esta noche de Pan y Peces.
La llegada de las hermanas iba a estar acompañada de los tradicionales cánticos de nuestros vecinos grupos de Mª Stma. de la Soledad, quienes coreaban bellísimos cánticos a su madre.
Fue en el primer plato, cuando Cristina Martín toma la palabra en el atril y embellece el trabajo del costalero, dando cabida a las humildes palabras para su compañera de turno de cocina, a quien le pide que deslíe el costal este año para que ella pueda ser quien mantenga su ropa debajo del Señor de las Penas.
Tras estas palabras, fue ahora el turno de recibir un pequeño obsequio una de nuestras invitadas, Carmen Halcón, veterana en nuestra mesa, recibe en agradecimiento de la participación en las patas de esta Cuaresma 2015, un pequeño cuadro con una réplica de estas. La entrecortada y emocionada voz de nuestra invitada reveló su gran cariño hacia nuestro cuartel.
Fue entonces cuando nuestras invitadas se dispusieron a tomar el atril, y a entregarnos un regalo muy especial. Como mal nos tienen acostumbradas, cada año nos gratifican con un regalo a todas las hermanas, y en esta ocasión fue un llavero con el escudo de nuestro cuartel en el innovador método de impresión 3d.
Ya tan sólo quedaba tiempo para entregar la pata de la noche, y nuestra presidenta tomó la palabra desde el atril y exaltó unas bonitas palabras para nuestra hermana Cristina Martín, quien descolgó la quinta pata de la abuela del cuartel. Fue entonces cuando la emoción tomó el punto más álgido de la noche, y tras la lectura del evangelio, agradeció tanto a la presidenta, a su compañera de turno de cocina como al resto de hermanas el ejemplo de grupo que son para ella, el comportamiento y el gusto por la Mananta Pontana con la que tanto amor pueden disfrutar juntas.
A su vez dio gracias nuevamente a sus invitadas por haber podido estar en esa noche tan especial para ella, y mostrarles la invitación para la cuaresma próxima.
La noche se cerraba, pero unas últimas palabras debían llegar, nuestra hermana Cristina Leyva Celemín, nos hacía llegar un escrito que le hubiese gustado exponer personalmente. Sin duda, como cada vez que toma nuestro atril, nuestra hermana nos hacía reflexionar cristianamente, y nos embelesó con un discurso que agradecemos desde aquí.
