Restando tan sólo una semana al año, derrochábamos con gran sutileza un júbilo diferente para este Sábado de Romanos. Nuestra mesa lucía de distinto color, y es que bien sabía, que en esa noche las hermanas y pertenecientes a este cuartel llevaban a las invitadas más importantes que se puede tener.
Eran ellas, las mujeres que año tras año nos dan el aliento y el empuje suficiente para continuar una Cuaresma más, un Martes Santo más y sin duda le debemos una y mil comidas.
Nuestras invitadas de honor eran nuestras madres, y como cada año, la mesa de nuestro salón brillaba por si mismo.
¿Qué puede resumir esta noche? Sin lugar a duda la paz que nos transmitían, y las ganas de hacerse partícipes en cada canto que implorábamos. Tanto por nuestra parte como por el suyo se insinuaba una gran noche, y así sucedió.
Comenzábamos el tapeo a eso de las 21.40 cuando todas las hermanas con nuestras invitadas subíamos al salón para tras la bendición dar comienzo al tapeo.
Sobre las 22.30, como es costumbre, comenzábamos a cerrar la primera parte de la noche, y tras la ya tradicional fotografía en la puerta del cuartel nos dispusimos, más bien con paso ligero, hacia la esquina de Madre de Dios con Aguilar.
Una vez organizadas fue el momento de ascender a ritmo de pasodoble hasta la cumbre del manantero, donde intercambiar cánticos y conversaciones cofrades con amigos y familiares.
Llegada la hora de la cena, desfilábamos ahora en dirección descendente, y con nuestro primer plato entrábamos en el calor de una noche, que comenzaba a acabarse.Los cánticos volvían a reinar y con el plato principal, las palabras de la noche daban la nota de claridad, donde poder descubrir a la hermana que descolgaría la pata de esa noche.
Nuestra presidenta tomaba el atril y dio el honor de llevarse la pata de la noche a su antecesora Nuria Baena, quien antes de leer el evangelio de la noche, nos brindó unas bonitas palabras.
La noche terminaba a no muy altas horas, pues nos esperaba un gran domingo de Hermandad, en el que celebrar la Función Principal con una posterior comida que disfrutamos cordialmente.
Viene siendo común que la mayor parte de nuestras hermanas participen de esta comida celebrada en la Casa Hdad. de la Cofradía de la Cena, la cual se ve inconmensurable repleta de hermanos del Huerto y Victoria.
