Y la noche comenzaba reluciente,
era una noche de estrenos, las viandas preparadas y las hermanas e invitadas
comenzaban a asomar por el umbral de nuestra casa. Las hermanas del turno, con
la mesa adecentada y esperando llegada, ambientaban con un poco de incienso
litúrgico la noche apresurada, y siendo las 21.00, como de costumbre, los
primeros repiques de uvita sonaban en nuestro mesón. ¡Bienvenidas forasteras,
estáis en vuestra casa!
Esta noche nos acompañaban varias
invitadas de la hermana Cristina, siendo la primera vez que estas mujeres
participaban de un cuartel. Algunas de ellas procedían de lugares dispares de
nuestra Andalucía, Córdoba, Jaén…
Dando el comienzo con el toque de
martillo y acompañada de la tradicional bendición y saluda de la presidenta,
sonó el primer cántico. Tras ello las explicaciones eran continuas en la mesa y
los intercambios de coloquios se hacían extensibles a cada una de las
invitadas.
Amenizando nuestras hermanas con
cuarteleras, las invitadas se animaban a participar de todo acto que se
expusiese en el tapeo, pero como viene siendo habitual, la hora nos apretaba la
salida para subir al calvario.
Peculiar y diferente, todo estaba
encajado entre estas dos palabras, pues echar a rodar la alpatana y ascender
cogidas del brazo cual hermano de sangre, era el protocolo que nos llevaba
hasta los pies de la ermita del Terrible, y todo lo que sucedía entre medias
era “emocionante”. Una vez en la cumbre, los saludas entre hermanas de Las
Tribulaciones y hermanas de Las Hijas de Salfad, se disparaban. Nos acompañamos
a participar de unos cánticos bajo el arco de la iglesia, y como no podía
faltar, una visita al cuartel de las Cien Luces para explicar qué es eso de la
mirada vibrante del Nazareno. Dando la media noche volvíamos a nuestro cuartel,
y con el calor de la cena las intervenciones daban comienzo.
La invitada Yayo Medina nos
mostró su experiencia en la capital cordobesa, las dificultades y los momentos
luchados por la mujer en la Semana Santa de Córdoba. Una vivencia personal que
nos representaba con el presente que nos regaló. A continuación Carmen Aguilar
nos trasladó su disfrute de la noche, comodidad y comprensión de esta tradición
de manos de nuestro cuartel. Ana Carrillo agradeció su intervención, la
participación de sus invitadas y el poder estar acompañada en esa noche de grandes
amigas. De las manos de Ana recibió nuestra vicepresidenta un gran regalo, una
biblia que culminará la composición de nuestro atril, y que ha sido gratamente
recibida por todas las hermanas.
En el cierre de noche las
invitadas Mayte, Elizabeth y Nazaret nos correspondieron con unas bonitas
palabras de la vivencia de Pan y Peces, y su comodidad en la mesa por todo lo
acontecido entre las hermanas.
Sin duda la hora de la madrugada
se aceleraba, y de manos de la vicepresidenta Alicia Cosano y de la hermana May
Espejo se iba a manifestar a la hermana que descolgaría la quinta pata de
nuestra abuela. Entonando al unísono y dando las gracias por su trabajo
constante, Cristina Martín fue la hermana que arrebataría una semana a nuestra
preciada Cuaresma, y dando lectura al Evangelio y agradeciendo la implicación
de todas las hermanas porque continuase esta bonita historia finalizó la noche.
Estamos seguras de que fueron “Pan
y Peces” multiplicados en los corazones de todas las asistentes dicha noche,
que la tradición y costumbre pontana fue magnificada y comprendida por todas
las mujeres que nos acompañaron.